NUESTRO VIAJE:

Somos un grupo de cicloturistas de Granada, amigos, compañeros de trabajo y algunos de ellos integrantes del Club Ciclista de Aparejadores de Granada, a los que se sumó otro, también de origen granadino, pero residente en Palma de Mallorca y perteneciente a la Penya Ciclista Els Tortugues de P.M.

Todo empezó un par de años atrás por comentarios de Ramón, con el tiempo la idea fue calando y madurando hasta hacerse realidad gracias a la capacidad organizativa y quehacer de Antonio López Uceda. Desde los primeros meses del 2007 él comenzó la organización de la aventura: estudio del recorrido, diseño de las etapas, fechas, concertar acuerdos, búsqueda y reserva de los alojamientos, reservas de vuelos, gestión traslados al aeropuerto de Malaga, en fin un extraordinario trabajo.

Antes de empezar el viaje existían algunos recelos por el gran poder de convocatoria del viaje y los posibles problemas que se podrían presentar en un grupo tan numeroso, roces, división de opiniones, dificultad para encontrar sitios dónde comer tantos, etc., sin embargo el viaje ha sido un completo éxito.

Por ello desde aquí reiteramos nuestras felicitaciones y agradecimiento a Antonio
por su  inestimable colaboración, sin la cual no habría sido posible la realización de tan estupendo viaje.
Si bien la idea inicial era comenzar en Ratisbona (Alemania) y llegar hasta Budapest (Hungria), la limitación de
días libres para algunos de los integrantes obligó a recortar el recorrido ajustándolo a las fiestas granadinas del Corpus Christi, por lo que el itinerario inicial se recortó y se decidió llegar sólo hasta Bratislava ya que queríamos disfrutar del viaje sin darnos una paliza de Kms. cada día y además se programaron tres días de estancia turística en Viena que bien se lo merece.

Comienza la aventura: en la madrugada del 31 de Mayo del 2007, 13 granadinos viajan en dos furgonetas desde Granada a Málaga para coger un vuelo con destino a Munich. El mismo día, a las 8,55 horas, el granadino mallorquín coge un vuelo de Palma a Munich. Jorge llega primero a Munich y se encuentra con la sorpresa de que llega su bici pero las alforjas no aparecen por la cinta trasportadora de equipajes. Tras la correspondiente reclamación y gestiones, al final le aseguran que las alforjas están localizadas en el aeropuerto de Palma y que las enviarán en otro vuelo que tenía prevista su llegada a Munich en torno a las 16.45 horas.

Resignado y un poco “mosca” Jorge monta su bici y se dirige a esperar la llegada de la comitiva granadina. Su llegada y el desembalaje y montaje de 12 bicicletas mountabike en las dependencias del aeropuerto se convierte en un espectáculo para los viajeros regulares del aeropuerto.

Una vez todo montado y deshechos de las cajas de embalaje, nos dirigimos todos a Freising, un pueblo a 12 Kms al Norte del aeropuerto de Munich, para coger un tren que nos llevará a Regensburg. Nada más comenzar a pedalear a la salida del aeropuerto percibimos que estamos en otro país, con otra educación vial, el ciclista se respeta y hay infraestructuras específicas y señalizadas que igualmente son respetadas por vehículos e incluso peatones. Al llegar a la estación de Freesing nos quedamos sorprendidos con los cientos de bicicletas estacionadas. Desafortunadamente estamos a años luz, como nos gustaría a los españoles que estas cosas no nos sorprendiesen.

En Freising decidimos dividirnos en dos grupos para no saturar el tren de bicis con alforjas, el primer grupo se va y, mientras llega el próximo tren, Martín acompaña a Jorge de regreso al aeropuerto para recoger las alforjas, cuando llegan al aeropuerto afortunadamente las alforjas ya han llegado, así que como alma que lleva el diablo los dos regresan a Freising y junto con el resto del 2ª grupo cogen el tren con destino Regensburg, dónde nos hospedaremos en el albergue: Jugendherberge Regensburg; Wöhrdstr. 60; 93059 Regensburg Telefon: 0941 / 57402; e-mail: [email protected]; Telefax: 0941 / 52411
www: regensburg.jugendherberge.de
La llegada a Ratisbona y sobre todo el impactante encuentro con el Danubio a su paso por la ciudad es una gozada. Con las tranquilad de que al final todo ha salido bien y la ilusión de que al día siguiente empezamos la ruta ciclista, nos dedicamos en lo que resta de tarde y noche del día 31 a visitar y disfrutar de la ciudad que dio cuna al Duque de Austria, el ganador de la batalla de Lepanto para España
RATISBONA/REGENSBURG:
Ratisbona tiene historia y es historia, tiene edificios magníficos desde el arte románico hasta el clasicismo, vestigios contemporáneos de dos milenios, "documentos" de piedra, de la fundación de la fortificación romana “Castra Regina" cincelada en el año 179 cuando Marco Aurelio fue emperador. Una vuelta por Ratisbona, antaño una ciudad libre imperial, es un viaje hacia un pasado muy lejano sin máquina del tiempo, a una metrópoli de la Edad Media.

Plazas donde se hallaba antiguamente la sede del gobierno de los primeros duques bávaros y de los reyes carolingios, El Ayuntamiento con su gran sala que entonces se transformó en 'Sala Imperial", el lugar de los encuentros de la "Dieta Imperial Permanente". Iglesias, sobre tódo la Catedral Gótica, los palacios de los patricios con influencia italiana. El Puente de Piedra con casi 900 años, antaño considerado maravilla del mundo; Goethe pasó por él entrando en la ciudad y escribió para Frau Von Stein: "Ratisbona se halla en un lugar tan maravilloso que tenía que hacerse una ciudad."

Con sus museos y colecciones Ratisbona posee más de una docena de Tesoros públicos. La vista general más amplia la ofrece el Museo Municipal. La variedad de los museos, lo eclesiástico, lo secular, historia natural, navegación sobre el Danubio, justicia medieval, arte moderno, sobre todo en la galería que destaca, la "galería alemana oriental", la vida e investigación del astrónomo Juan Kepler, todo se puede admirar, mucho deja asombrado y no es poco lo que se puede aprender. Una vuelta que sin darse cuenta uno se convierte en un aprendizaje.

Envidiable será el que llega a Ratisbona con mucho tiempo, feliz el que puede permanecer. Al poeta Werner Bergengruen le hubiera gustado tal dicha: "He añadido alguno y otro día a esa ciudad inagotable, desearía poder añadir un año, una década o bien una vida", así escribió. Entonces hubiera podido hojear los periódicos en un café, saborear una cerveza bajo la sombra de árboles, buscar debajo de las bóvedas de aristas o dedicarse a una ocupación especialmente hermosa: puramente no hacer nada.

Al pasar por los callejones estrechos, al cruzar las plazas antiguas siempre surge la idea: ¿Quién ya habrá andado por aquí antes de uno mismo? No solamente emperadores, reyes y no solamente Barbara Blomberg, hija de un artesano, la cual supo levantar el ánimo del emperador depresivo Carlos Quinto. Le dio un hijo que se llamó Juan. En 1571 Don Juan de Austria ganó la batalla de Lepanto y así se hizo héroe de su siglo. Su monumento está en una plazoleta cerca del Ayuntamiento. El alojamiento de su padre "Goldene Kreuz" en Haidplatz tiene una inscripción conmemorativa recordando las noches de amor tan significantes para Europa.

En el siglo pasado la cocinera Marie Schandri preparó platos excelentes en la casa más noble de la ciudad y escribió un libro de cocina exquisita para la posteridad, el "libro de cocina de Ratisbona". Pero para la merienda ella no hubiera hojeado mucho sino hubiera dicho: Salchichas con col en la "Historische Wurstkuchl" o un rábano blanco picante con pan y mantequilla en una cervecería al aire libre, estos son otros placeres de Ratisbona.

La ciudad tiene un cinturón verde en todas las tonalidades, dibujos florales de todos los colores, así son los paseos. Y para todo esto no había al principio ningún proyecto urbanístico de parte de las autoridadas municipales, sino la buena idea y cartera predispuesta de un príncipe de la casa Thurn y Taxis. Hace doscientos años mandó hacer los primeros paseos en la muralla entonces ya innecesaria, que hoy en día es la alegría de los paseantes locales y forasteros. 0 bien al otro lado, la orilla del Danubio, las dos islas del río.