Anterior <<< Etapa 9: Pantano LA BOLERA - PONTONES
Hoy tenemos por delante la última etapa de este viaje, será un día largo, pues aparte del recorrido en bici tenemos que hacer el viaje de regreso desde Pontones para dormir en Granada ya que mañana a las 11 hay que estar en el aeropuerto. Una extraordinaria etapa alforjera, de las que no se olvidan con un magnifico recorrido por un entorno incomprable en el Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas.
Nos levantamos temprano, copioso desayuno y bocatas para el camino pues en toda la travesía de la sierra no hay lugar para repostar. Desde que comenzamos la planificación de este viaje todo se pensó para que como mínimo este tramo dentro del Parque Natural había que hacerlo, sí o sí. El no llegar aquí habría sido un pequeño fracaso, pero aquí estamos, con la bicis preparadas y despidiéndonos de la Sra. del hotel rural y de los jinetes que empiezan a desperezarse en el pequeño campamento improvisado debajo de la encina.

Con un carretón de ilusiones y expectativas nos reincorporamos a la pista y nos vamos por la derecha en dirección al cortijo Picón del Molinillo. Cruzamos el puente sobre el Guazalamanco y poco después la pista se acaba al llegar al cortijo. Continuamos por un sendero por la orilla de la cola del pantano hasta cruzar el Guadalentín en la Cerrá de la Herradura por un estrecho puente con barandilla de hierro.

A continuación comienza la subida por un sendero técnico, a nuestras espaldas se queda la cola del pantano encajonada entre las paredes del barranco formado entre la sierra de Lancha del Almicerán por nuestra derecha y la Sierra del Pozo por la izquierda.

El sendero mejora convirtiéndose casi en pista en el resto de subida siguiendo la Cañada del Mesto, una depresión a forma de bancal entre la cresta de Almicerán y el lecho del barranco labrado por el río Guadalentín en su camino hacia el pantano. Conforme subimos a la derecha tenemos las paredes verticales que alcanzan la cresta del barranco y a nuestra izquierda los cortados y pendientes que bajan al río y los que suben por la otra ladera buscando los cerros de la Sierra del Pozo.

Entre pinos el sendero va cogiendo altura durante unos 4 km con un porcentaje medio del 8% hasta alcanzar el cortijo del Puntal de Ana María que se queda a nuestra derecha. Después un pequeño replano e iniciamos la bajada hacia el vado de Las Carretas para cruzar el Gaudalentín. En la bajada a la izquierda podemos observar una vivienda con pinta de chalet realmente sorprendente para el lugar, en su entrada no observamos ninguna distintivo de la Junta o de Parques Nacionales, cuesta pensar que pueda ser particular, parece ser el cortijo de La Canalilla.

Al llegar al vado de Las Carretas el cruce del Guadalentín es una fiesta, Jorge que ya lo conocía coge velocidad desde arriba y consigue cruzarlo con las piernas en alto casi sin mojarse la zapatillas el resto cada uno como puede, el agua está muy fría y el sol no se atreve a salir pues está algo nublado, Toni y Jorge se plantean darse un baño en una tentadora poza cercana pero al final la cordura se impone, está demasiado fría y no hace el suficiente calor, la salida del agua puede ser peligrosa.

Tras el rato de cachondeo motivado por el cruce del río continuamos por su orilla remontando el barranco o Cañada del Guadalentín rodeados por una vegetación exuberante; los paredones del barranco nos ofrecen algunas formaciones rocosas realmente sorprendentes, especialmente una que parece un águila al borde del barranco vigilando su nido, resulta difícil creer que aquella esfinge la haya esculpido la naturaleza.

A nuestra izquierda dejamos la Casa Forestal del Barranco abandonada y un poco después, a la altura de la Huerta de la Madera, abandonamos el cauce del río y salimos del barranco por una pista a la izquierda que sube bordeando el Cerro del Caballo de Acero, son como 1,7 km con un porcentaje medio del 12 % pero en algunos tramos algo mayor. Jorge a mitad de subida se tiene que parar a inflar la rueda delantera que la lleva pinchada.

Una vez arriba cruzamos la cadena y entramos en la pista forestal que recorre el Parque. Como unos 3 km después llegamos al collado de Fuente Bermejo. Por la izquierda sale un sendero que siguiendo el arroyo de Valdeazores, llega a la Laguna del mismo nombre, después el embalse de Los Organos, el canal con los túneles angostos y agujeros al uso de ventanas, el salto de Los Organos, la bajada del río Barosa, la Cerrada de Elias, según Jorge un trayecto espectacular que nos recuerda con nostalgia de una etapa que hizo años atrás uniendo los dos pantanos el de La Bolora y el del Tranco. Amenizados con las “batallitas” continuamos por la pista principal bordeando el Puntal de Las Palomas y a la altura de la fuente de la Nava de Pablo nos paramos para comer un bocado y reparar el pinchazo de Jorge.

Tras la parada continuamos para alcanzar el Collado de la Zarza, a la izquierda se queda el pino memorial a Félix Rodríguez de la Fuente y entramos en el tramo de la Nava Noguera hasta encontrarnos con la cancela del control de Rambla Seca. Por delante de nosotros tenemos la inmensidad de los Campos de Hernán Perea en el seno de la Sierra de Segura.

Habíamos leído comentarios de otros viajeros sobre esta zona y habíamos visto fotos realizadas por ellos en diferentes épocas del año y nos habíamos creado muchas expectativas sobre esta zona, su nombre retintinea en nuestras cabezas con cierta intriga y misterio y la verdad es que todas esas expectativas, ese aura de misterio y rareza se hacen realidad al adentrarse en este páramo. Pasamos de rodar entre pinares a rodar durante unos 18/20 km por una meseta de dunas a una altura de 1700 m con un paisaje árido y duro pero atractivo. Las inclemencias climatológicas por esta zona deben ser el orden del día pues nos encontramos hasta tres refugios de montaña durante el recorrido.

El día está nublado pero allí arriba las nubes se cierran y ennegrecen, por todos lados amenaza tormentas y en momentos se hacen realidad y vemos las cortinas de agua caer a nuestro alrededor pero nos vamos escapando, por un momento se nos vienen encima pero de nuevo se desvía y se queda en pequeño chaparrón que nos hace ponernos los chubasqueros pero nada serio. Con un cierto puntito de “corre que nos pilla” vamos trasegando km hasta llegar al cruce del Calar de Camarillas, en el que giramos a la izquierda dándole la espalda a los Campos de Hernán Perea y nos dirigimos a bordear unas colinas pasando cerca de la Sima del Hundimiento.

Conectamos con el Camino de Los Charcones a la altura del refugio Campos del Espino y poco después iniciamos un suave descenso por el barranco de La Cañada de La Cruz. A continuación llegamos a la laguna actualmente seca de La Cruz, unos la cruzan por el camino y otros la bordeamos por la pista y en menos de 4 km de cómoda bajada entre pinos aterrizamos en el Nacimiento del Río Segura. Nos paramos en el nacimiento para disfrutar de semejante maravilla, las diferentes tonalidades del pequeño embalse y la oscura profundidad de la sima de la que mana el agua son impresionantes.
Después del Nacimiento del Segura continuamos por la carretera en bajada hasta Pontones donde llegamos con tiempo suficiente para dispensarnos un pequeño homenaje esperando a Pablo que todavía no ha llegado.
Esperando a Pablo preparamos las bicis de los mallorquines para facilitar el acomodo en la furgo y el embalaje para el avión de mañana. Al poco llegó Pablo echando pestes de la carretera por donde había venido, mientras cargamos él se fue al bar a intentar buscar una salida más cómoda para Granada pero parece que no hay muchas alternativas. Al final nos vamos por la A-317 hasta Santiago de La Espada y La Puebla de Don Fadrique, y luego por la A-330 bordeando Huéscar hasta coger la autovía a la altura de Cullar. Aunque a Pablo le encanta conducir y conocer sitios, pues no deja de ser un experto expedicionario, la verdad es que se dio un palizón y por eso aún más les estamos agradecidos, pues no contento con conducir nos amenizó el viaje describiéndonos los lugares por donde pasábamos que eran espectaculares, especialmente desde Pontones a La Puebla. Ya por la autovía pudimos "recordar melodías" contemplando El Jabalcón cuando pasamos cerca de Baza. A las 9 de la noche descargábamos las bicis en Granada, de ahí al hostal y a celebrar el viaje tapeando por los bares de la zona de la Plaza de Toros.

Han sido 9 días extraordinarios, si tenemos que elegir qué nos ha gustado más, la verdad es que es difícil entre tanta variedad, pero puestos a elegir sin duda nos gustan las montañas, los primeros días con la travesía de La Alpujarra, la de la Sierra de Gador hasta Almería, Los Filabres desde Senés a Serón y la última etapa
en la sierra de Cazorla y Segura. Igualmente si tenemos que elegir el mejor tramo de todos los recorridos, tenemos serias dudas, pero posiblemente el ganador sea La Bolera-Pontones, los Campos de Hernán Perea ha sido un descubrimiento singular.