Tenemos por delante otra etapa con más de 100 km, por lo que a las 8,15 ya estamos preparados para empezar a rodar. Hoy conduce la furgo José Luis así que nos quedamos sin intérprete oficial durante la etapa. Salimos por el Boulevard Ayrault en dirección al río Maine, lo cruzamos y empezamos a bajar hacia el sur por la orilla oeste del Maine.

Hay un momento en el que pedaleamos por el Boulevard du Bon Pasteur y este gira a la derecha alejándose de la orilla del río al llegar a la altura del Parc Balzac, aquí cometimos un error de orientación pues seguimos por el Boulevard cuando debimos haberlo abandonado y meternos en el Parc Balzac siguiendo rectos por la orilla del Maine.
Sin querer nos metimos en una zona de urbanizaciones cercanas al lago Maine que nos hizo callejear por el extrarradio residencial de Angers hasta llegar a Bouchemaine.

Lo correcto hubiese sido, en el Parc Balzac, continuar por la orilla del Maine por un camino que luego se convierte en pista y que sin abandonar la orilla del río pasa sobre una franja estrecha de tierra entre el río y el lago Maine. Después la pista o carreterita llamada Chemin de Halage continúa por la orilla del río hasta llegar a Bouchemaine donde el Maine se junta con el Loire a la altura de La Pointe.

A continuación continuamos por una pista pegada a la orilla norte del Loira durante unos km, en algún tramo la pista transcurre entre la orilla del río y el trazado de la vía del tren. A la altura de Savennières cruzamos por debajo de las vías del tren y nos introducimos en la población.

Después la etapa nos lleva un poco por el interior hasta la población de La Possonnière donde el trazado vuelve a acercarse a la orilla del río y transcurre por una carreterita. Antes de llegar a la altura de Chalonnes sur Loire, el río se abre en dos brazos que se vuelven a juntar a la altura de Montjean sur Lore formándose en el centro la Isla de Chalonnes.

La etapa transcurre por la orilla norte del brazo superior hasta encontrarnos con la D-961, la cogemos por la izquierda para cruzar el brazo superior del río y entrar en la Isla de Chalonnes. Aquí se produce un pequeño lío de orientación que se agrava aún más al preguntarle a un lugareño que va en bici, como casi siempre, ellos con su buena voluntad te guían por el camino que conocen, que no siempre coincide con el deseado.

En principio seguimos las indicaciones del lugareño que parecían coincidentes con las indicaciones de la Eurovelo, hasta que descubrimos que nos alejamos de la población de Chalonnnes sur Loire sin visitarla y no queríamos eso, así que volvemos un poco sobre nuestras rodadas para retomar la D-961 que la cogemos por la derecha para cruzar el brazo sur del río y entrar en la población de Chalonnes sur Loire, que es el extremo occidental del Patrimonio de la humanidad catalogado por la Unesco como “Valle del Loira”.

Tras la visita turística a Chalonnnes (un par de fotos y tira millas), salimos en dirección Montjean sur Loire por la carretera D-751. Como a 0,5 km de la rotonda, nuestro sherpa Jorge decide abandonar el asfalto y buscar un camino agropecuario que se acerca al orilla del rió. El camino tiene algún tramo un tanto irregular y provoca que Antonio se vaya al sembrado, se cae pero sin consecuencias físicas ni mecánicas. En consecuencia, decidimos abandonar el camino y volver al asfalto de la D-751 hasta Montjean, una población que a lo largo de los años se dedicó a la minería del carbón, los hornos de cal y el trabajo del cáñamo, toda su historia se puede observar en su Ecomuseo. Igualmente, atraca en el puerto de la Montjean, la gabarra “Montjeannaise", fiel reconstrucción de una barcaza de transporte de la región del Loire en 1830.

En Montjean retomamos la señalización de la Eurovelo que nos lleva por carreteritas atravesando campos de cultivo hasta St. Florent le Vieil, uno de los pequeños pueblos con carácter del departamento de Maine-et-Loire. El pueblo fue centro de los combates en el siglo 18 en la guerra de Vendée (de 1793 a 1796 fue una guerra civil y contrarrevolución entre monárquicos y republicanos durante la Revolución Francesa en la zona de Vandée al sur del Loire en el Oeste central de Francia).
Paramos en el pueblo para almorzar pues faltan más de 50 km para llegar a Nantes. Compramos viandas para montarnos un bocata y en un bar de un cachondo hincha del Marseille y de Frack “cara cortada” Ribèry, procedemos al correspondiente avituallamiento no sin antes reparar un pinchazo en la bici de Juan Pablo.

A la salida de St. Florent llama nuestra atención la Iglesia de Marillais que se asemeja externamente a la Catedral de Florencia. Paramos para visitarla y después continuamos por pistas asfaltadas y carreteritas, que van zigzagueando con la orilla del río atravesando campos de cultivo y pequeñas zonas boscosas hasta llegar a la población de La Rabottière que se encuentra justo en la orilla del río.
Aquí nos retiramos del río en dirección sur hacia Le Fossé Neuf, donde volvemos a girar hacia el Oeste para pedalear algo más de 6 km en busca de la orilla del río en las cercanías de Le Fourneau. Atravesamos la población y cruzamos a la otra orilla donde se encuentra Ancenis.

A partir de Ancenis la etapa continúa por la orilla sur, alternando tramos de pista de tierra con otros de pista asfaltada, todos muy bonitos, que en ocasiones transcurren emparedados entre la orilla del río y las vías del ferrocarril. Atrevesamos la población de Oudon, donde llama nuestra atención la torre del antiguo castillo con una curiosa estatua de un orondo soldado de la época con el que no dejamos pasar la tentación de fotografiarnos. Después viene un tramo precioso donde la pista se estrecha entre el río, las vías y los muros de contención del Jardín du Folies Siffait.

Pegados a la orilla del río la etapa nos lleva hasta Mauves sur Loire, donde al pasar por debajo del puente, de pronto se nos ocurre que llevamos días por la ribera del río y todavía no nos hemos “bautizado”, así que al menos los pies y las bicis había que mojarlos en el Loira. Craso error, algunos en Nantes todavía se sacaban el pegajoso barro de las zapatillas.

Después del “bautizo” nos adentramos en unos km de buenas pistas donde las ganas de llegar y el excelente firme hacen que pongamos un buen ritmo de crucero hasta las cercanías de Nantes, a pesar del refunfuñeo de nuestro Ramón que no quiere carreras.

Llegamos a Nantes con tiempo suficiente como para después de ducharnos disfrutar de un largo paseo turístico por las animadas calles del centro de Nantes.

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