Salimos de Ribes por la N-152, a poco más de 1 km, justo después del p.k. 122 a la altura de Roquesblanques, abandonamos la carretera y cogemos una pista asfaltada a la izquierda. Cruzamos el río Rigard y después las vías del tren, nos encontramos con algunas rampas fuertes antes de alcanzar la pista que va de Campelles a Planoles. Tomamos la pista a la derecha en dirección Planoles, pedaleamos por falso llano durante 1 km por los 1200 mts de altura para a continuación dejarnos caer para cruzar de nuevo el río y después la vías del tren, justo en la parte baja de Planoles.
Tras cruzar las vías optamos por subir a la parte alta del pueblo hasta alcanzar de nuevo la carretera N-152. En menos de 1 km nos salimos de la N-152 por la izquierda para bajar a Planes y nada más entrar tomamos a la derecha la GIV-4016 que, primero en bajada y después en una tendida subida nos lleva a nuestro alojamiento en Fornells de la Muntanya.Cruzamos el río Ter e iniciamos la subida que está asfaltada hasta Abella. En la parte alta del pueblo cogemos una pista de tierra a la derecha que en poco rato nos dará un descansillo con un falso llano, para después continuar con la subida a la Collada Verda. Nos encontraremos con algunas rampas del 15-16% que a algunos nos obligarán a echar pie a tierra y empujar.
Antes de coronar nos encontramos un par de falsos llanos que nos permiten recuperar el resuello y disfrutar de las extraordinarias panorámicas del valle, en uno de ellos nos paramos a descansar un poco delante de un refugio de montaña. Tras el breve descanso en el refugio continuamos para rematar la subida de la collada. Justo en el cambio de vertiente nos encontramos el cadáver de una vaca del cual estaban dando cuenta los buitres que al vernos huyeron del festín momentáneamente.
Iniciamos 5 kms de bajada bastante técnica, atravesando varios torrentes y con algunas zonas dónde la vegetación es tan espesa que ni siquiera nos deja ver el cielo. Al llegar al encantador pueblo de Pardines Toni y Jorge se “tiran” en picado por el portón de una casa a la entrada del pueblo, ya sabían dónde iban, un bar con una terraza delante desde dónde se disfrutada de una espectacular vista del valle de Segadell. Era el lugar y la hora adecuada para almorzar, así que allí dimos cuenta de un reparador almuerzo estupendamente atendidos por la lozana chica del bar. Mientras almorzábamos pasaron los madrileños a toda caña, ni se dieron cuenta del sitio ni de que estábamos allí. (éstas son algunas de las ventajas de llevar “repetidores”).
Con las fuerzas repuestas salimos de Pardines y, justo a 200 mts, dejamos la carretera y cogemos una pista de tierra que sale por la derecha, Rafa, Xisco y Salvador se habían tirado a tumba abierta por la carretera y se habían saltado la pista. Aprovechamos a unas chicas que bajaron en coche para mandarles el recado de que tenían que subir y que les esperábamos arriba al principio de la pista, al rato aparecían los tres mosqueteros subiendo lo que habían bajado.